¡Lamento el día
en que no fuiste mía!
¡Cómo se extraña en vano
aquello que, a pesar de ser deseado,
ya lleva el sello amargo
del desconsuelo de no ser amado!
Y se pierde en las notas de mi piano
la obscura sinfonía de un beso pasado:
el verano es frío, el invierno es largo,
y me embarga el delirio de no ser amado.
¡Oh! ¡Cuánto lamento el día
en que no fuiste mía!
Si por más que extendí mi mano
para aferrarme a un sueño soñado,
fue una quimera, ¡tan solo un letargo!,
y me ahogué de nuevo en un mar salado.
Si todo fue la sombra de un deseo arcano
que vagamente busqué sin haber encontrado…
Y aún quema al alma ese fuego que cargo:
¡ceniza y carbón del no ser amado!
¡Ay! ¡Cómo lamento el día
en que no fuiste mía!
Cuando se descubre la magia de la vida, esa magia misma que nos hace soñar, llegamos a recónditos manantiales de belleza, fantasía e ilusión. Nadie, jamás, pudo nunca eliminar esa fuente eterna de la "juventud, divino tesoro" y nadie, nunca, podrá quitarnos ese legado de Amor que hemos heredado, esas fragancias que ha dejado el Amor en nuestro paso, porque, pues, el Amor es algo más...
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Recorriendo la Poesía
"No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía."
Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer
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