Nace en mí,
muere en ella,
el brillo de la estrella,
radiante, pura y bella,
que ayer descubrí.
Nace en mi ser,
mueren en su encanto,
Notas de mi llanto…
¡Si yo la he amado tanto,
y ella no me va a querer!
Nace en mi mente,
muere en su corazón,
toda aquella ilusión,
que fue dulce pasión
para su alma inocente.
Muere en mi pesar,
nace en su florero…
luz de un nuevo lucero
que será el dueño fiero
de azul de su mirar.
Muere en mi Alma pura,
y nace en su celaje,
color de un nuevo paisaje,
brisa de un nuevo oleaje,
en su vida nueva frescura.
¡Oh, Amor, no duradero,
muero yo cuando ella nace!…
Nace ella al desenlace
de un amor que se deshace…
¡Nace ella, porque muero!
Cuando se descubre la magia de la vida, esa magia misma que nos hace soñar, llegamos a recónditos manantiales de belleza, fantasía e ilusión. Nadie, jamás, pudo nunca eliminar esa fuente eterna de la "juventud, divino tesoro" y nadie, nunca, podrá quitarnos ese legado de Amor que hemos heredado, esas fragancias que ha dejado el Amor en nuestro paso, porque, pues, el Amor es algo más...
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Recorriendo la Poesía
"No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía."
Gustavo Adolfo Bécquer
Gustavo Adolfo Bécquer
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