Recorriendo la Poesía

"No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía."
Gustavo Adolfo Bécquer



jueves, 31 de marzo de 2011

El Sueño

¡No te despiertes, vida! Sueña y sueña más tiempo, no tengas miedo de quedarte conmigo a la vereda de este sueño. Viajaremos al mundo de ensueño en que vi tus ojos color fuego; y conocí una vez tus besos, y tu conociste que eras tu lo que yo más sueño. ¡No te despiertes, vida, haz eterno este momento pasajero! Yo en tu regazo, tu en mi pensamiento, como si fuese, otra vez, el primer encuentro. ¿Cómo borrar de mi recuerdo aquella noche fría de incendio? Tu en tu casa, yo en la mía; yo soñando en ti, tu pasando el tiempo, yo pasando el tiempo pensando solo en ti. Pensaba en tantas cosas, pero te veía; estando tu tan lejos pero cerca en mi sueño; la obscuridad fue larga, la noche fue más mía y tanto que viajaba en un mágico recuerdo que, aún pareciendo real, era sueño todavía. ¡No te despiertes, vida, que aún no es de día! No huyas al destinom no huyas que si huyes, mi amor encontrará en otro sueño tu sonrisa. Y aún soñando tanto, el miedo me seguía; no era miedo real, era miedo vano: miedo que, al despertar, como todo sueño amargo, después de tanto ensueño, ya no fueras mía. ¡No te despiertes, vida; la vida es tan corta y la noche es larga todavía!

La Rosa Marchita

En su labor cotidiano, la lluvia caía. No sé si por ti, no sé si por mí, pero sé que lloraba de recuerdo. Y mientras más llovía, más pensaba en ti. Viendo aquella rosa, que por más que fuera hermosa, se iba deshojando con el viento. Y por más que sea la llovizna que le dé vida a la rosa, si la tormenta desata, ya no la alimenta, la mata; y no hay rayo de sol que le de renacimiento. Yo tuve una vez esa rosa tan roja como nunca; pero mientras la lluvia llovía, pensé en tantas cosas que fueron mías y, como la rosa, me las fue quitando el tiempo. ¡Pero aunque duela que la rosa esté marchita por siempre, la vida es un jardín, mujer, y las rosas vuelven a nacer cuando termina de nuevo el invierno! Y “podrán cortar todas las rosas, pero no detendrán la primavera”, pues la rosa es vida, hermosa mía, y si no está viva, deja la semilla y vuelve, como el amor, en un ciclo eterno.

miércoles, 2 de marzo de 2011

La ha llevado la Mar

Silencio.
La aguja inerte,
como anunciando la muerte,
marca las 12.
Dos almas, un roce.

Una corazonada,
latiendo al compás de Dos;
¡Ay amor malherido!
¡La punzada de Cupido,
está descalibrada!
¡Falló, otra vez, Falló!

Un alma sola,
¡dos cuerpos, la misma voz!
¡Ha perdido la batalla,
muere la luna en la playa!...
Se la ha llevado la ola…
¡Murió otra vez, murió!

Silencio.
Otra vez más… silencio.
La aguja al verte,
ha anunciado la muerte…
La corazonada estalla,
el alma se hunde en la mar..
¡Que muere la luna en la playa
y nadie la puede salvar!

Huellas, agua...Amor!

¿Porqué se va secando?
¡Ay! Se vá, el agua del manantial, se va!
Y la cálida sinfonía del amor
es un preludio de remordimiento…
Y va muriendo, lento.
¡Muere la llama, muere el fulgor!
¿Qué te hicimos, dime, qué, Amor?

Si le di mi yo para que fuera
un eclipse eterno del invierno en primavera…
Y ella,
ya borrada por la ola su huella,
también a veces me dio su mujer,
la mujer que lleva dentro que, en veces,
pude a ratos querer…
Así como quieren el agua los peces:
no porque es dulce y cálida al beberla,
sino porque mueren si no pueden tenerla.

Y se va volando en el aire del viento
la esencia cadenciosa, magia del sentimiento…
Se van, se las lleva en su corriente,
agua, la mar y sus tantas espumas
se las lleva la espuma blanquecina del río,
pues las necesita como el pájaro sus plumas:
no porque son bellas con brillo amarillo,
sino que pues, sin ellas, morirían de frío…

Y como los peces no viven sin agua,
y como los pájaros mueren sin plumaje,
voy muriendo al no beber tu sabia,
voy muriendo al saber que el oleaje
borrará tus huellas por siempre de esta playa.

Muerte

Las claves de la lira suenan.
Suenan y, en su trémulo compás hacen vibrar mi alma,
mi corazón a ese rítmo tan suyo, tan libre, tan ajeno
como el mar.

Compás que ni el bramido del océano,
ni el capricho estruendoso de un relámpago al nacer,
ni la fuerza colérica del respirar de un huracán
pueden controlar.

Y la lira suena y suena.
Cada vez suena más fuerte, tan fuerte así,
que ni el mismo Apolo en toda su esplendidez
va a soportar.

Porque siempre suena y suena,
suena la lira en un compás cacofónico cuando muere,
en el instante mismo en que se subyuga en la tierra,
la fuerza del Amar.

Se fue...

Y pasó
tu figura;
me rozó
con su aliento…

Y pasó
la hermosura,
y partió
con el viento…

Y pasó
la dulzura;
y sonó
tu acento…

Y pasó,
niña pura,
pasó
mi lamento...

Y se fue
con el viento,
en pos de tu aliento
y llevóse tu acento...
Mi sentimiento,
y mi lamento,
como viento
se fue…

Tic Tac

La escala que corrompe los acordes del cielo
va en su único y traslapado compás….
¿Qué quiere? ¿Qué busca? ¿A dónde va?
Nadie sabe…. ¡Tic Tac! ¡Tic Tac!
Lleva consigo el eco de un latido;
el brillo lisonjero de los pliegues de la luna;
la miel de la abeja, su vuelo al pasar
¿Qué quiere? …. ¡Tic Tac! ¡Tic Tac!
Y se trepa en los muros de una ceiba,
y le corta sus raíces al maizal;
¡Tic Tac! ¡Tic Tac!... ¡Solo va y va!
Y absorbe la elegancia de las nubes
y rechina en el paso del que va….
¡Tic Tac! ¡Tic Tac! ¡Tic Tac!
¡Nadie sabe lo que busca!
¡Nadie sabe a donde va!